De ultramenemista y partidario de la reelección a jefe de campaña duhaldista.


A Julio César Aráoz, el otro Chiche de Eduardo Duhalde, le ha tocado bailar con la más fea.

Como jefe de campaña del gobernador bonaerense, a él apuntan las miradas ante la caída en las encuestas del candidato presidencial del PJ.

No es la primera vez que los vientos de los cuestionamientos soplan alrededor de él. Su estilo de hacer política a veces se le volvió en contra.

Con casi 51 años, este cordobés de familia peronista, abogado y padre de cinco hijos lleva como estigma lo que antes fue una bendición: haber sido el hombre-para-todo de Carlos Menem, y una pieza intercambiable en la maquinaria del poder. Entre 1970, cuando era filomontonero, y las vísperas del 2000, que lo encuentran como embajador en la OEA, fue preso político, diputado, secretario de Energía, interventor en Tucumán, ministro de Salud, secretario de Lucha contra el Narcotráfico y candidato o precandidato con suerte variada.

Fue versátil. Del ultramenemismo reeleccionista pasó a un duhaldismo fervoroso. Esa mutación es la que ahora algunos empiezan a enrostrarle. Sin embargo, Aráoz se defiende: "Estoy acostumbrado a intervenir en los momentos difíciles. Mi papel en la campaña de Duhalde es el de conseguir un peronismo unido detrás de un frente político que encabeza el candidato".

Su parábola menemista comenzó tras el golpe de 1976, cuando conoció a Menem mientras estaba preso en Las Lomitas (Formosa). Aráoz había estado preso hasta la amnistía de 1973 y sus abogados se transformarían luego en adversarios: Marcelo Stubrin e Hipólito Solari Irigoyen.

En 1983 fue elegido diputado y en la Comisión de Energía integró el grupo que investigó presuntas irregularidades en la estatización de la compañía Italo Argentina de Electricidad. La comisión allanó el estudio jurídico Klein & Mairal y logró la detención preventiva del ex ministro Martínez de Hoz, pero el procedimiento era nulo y quedó en la nada.

En 1984 se lo acusó de ser socio de un capitán del Ejército en una firma "reducidora" de muebles robados a desaparecidos. Dejó sus fueros y se sometió a la Justicia, que lo sobreseyó sin imputación ni proceso.

En diciembre de 1985 se alineó con Menem y recibió como encargo elaborar un plan energético. Fue el comienzo de una colaboración fructífera y el pasaporte para escalar en la cuerda menemista: primero formó parte de los Apóstoles , que sirvieron de soporte estratégico a la candidatura del hoy presidente, y en 1991 fue designado interventor en Tucumán, donde allanó el camino a la gobernación de Ramón Ortega.


EL FUNCIONARIO

Su paso como ministro de Salud y Acción Social, entre 1991 y 1993, no fue un lecho de rosas: entonces el país se sacudió con el cólera, decenas de personas se envenenaron con propóleos y se denunció el tráfico de sangre y de órganos humanos en la colonia Montes de Oca.

Durante aquella gestión fue designada Matilde Menéndez al frente del PAMI y se desató el escándalo por la leche adulterada, en el que estuvo implicado el secretario de Menem, Miguel Angel Vicco.

Y como ministro recibió el primer tirón de orejas de su jefe. Dijo que la principal causa del cólera era la pobreza y el Presidente le pidió "prudencia" para hablar de la miseria.

En 1996 asumió en la secretaría antinarcóticos y estalló el caso Cóppola. Al investigar la campaña Sol sin Droga del año anterior, protagonizada por Diego Maradona, se encontró con que se habían gastado más de $ 5 millones sin comprobantes. El último secretario, Gustavo Green, terminó con prisión preventiva por defraudación y asociación ilícita. "Esto no cayó nada bien", dijo un ex empleado de la secretaría.

Días antes de que Menem lo enviara como embajador a la OEA, en 1998, Chiche le había dicho al Presidente, refiriéndose a la "re-reelección": "Carlos, contra la Constitución, no. El único candidato del PJ es Duhalde".

En septiembre último Duhalde le ofreció la jefatura de su campaña. Aunque en La Plata dicen que se lo eligió por sus buenas relaciones con la agencia antidrogas norteamericana, la DEA, el gobernador invocó "su capacidad de decisión".


CONVENCIONES Y ENCUESTAS

 

Aráoz se definió como "un puente de plata entre Menem y Duhalde".

Sus antecesores en el cargo, Alberto Iribarne y Pablo Fontdevila, quedaron a sus órdenes sin mucho agrado. Tampoco lo estaba Jorge Tellerman, vocero del gobernador, y empezaron los problemas.

Ahora, sus toques a la campaña parecen no alcanzar para instalar al candidato, que en los sondeos pierde aun en provincias como Santa Fe, donde Carlos Reutemann, postulante por el PJ, aparece como favorito para los comicios a gobernador del domingo próximo, o Córdoba, arrebatada a la UCR por el justicialista José Manuel de la Sota.

En cuanto a la estrategia, en principio decidió que había que tener menos pasacalles y más banderitas, y que las señoras Salazar de Ortega y Chiche Duhalde debían tener más presencia política. También introdujo al norteamericano James Carville como asesor de imagen, e instó a dar prioridad a los actos en el interior.

Pero las objeciones más fuertes planteadas al discurso duhaldista son haber instalado el debate sobre la deuda externa, denunciar campañas sucias e imputar en ellas a De la Rúa, a encuestadores y a medios periodísticos.

Hace un mes, ante la caída en las encuestas, Aráoz dijo que sus candidatos "estaban en una meseta" y que se disponían a salir de ella.

Ayer aseguró: "Sabía que iban a venir días muy duros. Pero la Alianza dijo todo lo que tenía que decir. A partir de mañana (por hoy), cuando quede consagrada la fórmula presidencial, el peronismo, unido, comenzará formalmente una nueva etapa. Duhalde instalará su programa de gobierno y quedará con la autoridad política para conducir la campaña".

Chiche ya sobrevivió el cólera y el sainete del caso Cóppola. Como desafío más inmediato, debe sobrevivir el derrumbe en las encuestas.


Fuente: http://www.lanacion.com.ar/148123-un-ejemplo-de-versatilidad