Fue el jefe del PJ bonaerense, hasta que delegó poder en los K. Vuelve por la Presidencia, mientras busca un acuerdo de la oposición. Lo que perdió y lo que conserva


Eduardo Duhalde decidió apostar a todo o nada. En contra de cualquier pronóstico, que vaticina un triunfo en primera vuelta de Cristina Fernández, ha decidido pelear por su candidatura presidencial con uñas y dientes. Desde hace varios años, a través del Movimiento Nacional Productivo, trabaja en la conformación de un frente opositor que barra al oficialismo.

Tiene a su favor una vasta experiencia en estrategias electorales y una capacidad para aggiornarse a las coyunturas sociales, que le marcan una oscilación hacia la derecha o izquierda, hacia la moderación o la confrontación, según el momento.

Con una intención de voto, de acuerdo a las últimas encuestas, que fluctúa entre el 8 y el 9 por ciento, Duhalde ha logrado convertirse en uno de los candidatos presidenciales con mayor exposición mediática.

Puede ser que esta capacidad se vincule con el gran imperio que supo conformar, de manera muy artesanal, desde sus inicios en la intendencia de Lomas de Zamora.

Un espacio de poder que lo llevó a la consagración como caudillo bonaerense, en el transcurso de sus dos gestiones en la Provincia, y que lo habilitó para sostener la crisis en 2001, cuando fue designado por la Asamblea Legislativa presidente de la Nación.

Hoy, sin embargo, poco queda de este imperio, al menos como cápita personal.

Como ocurre en toda sucesión de poder, al salir Duhalde de la escena ese espacio fue copado de inmediato. Hoy el PJ oficial se ubica en línea con el Ejecutivo nacional y la Gobernación de Daniel Scioli.

Más allá de las peleas territoriales y las pujas por conservar el poder, está claro que se busca la continuidad de lo que se presenta como seguro ganador: la reelección de Cristina K.

En esta lógica, Duhalde planea ahora recuperar parte de su tropa.

“El duhaldismo está latente, esperando el momento para resurgir”, dicen algunos operadores cercanos al ex Gobernador. Existe una mesa chica duhaldista, habitada por viejos conocidos.

La pata gremial, a cargo del titular de la CGT Azul y Blanca, Luis Barrionuevo, que tiene incidencia fuerte en el Conurbano, y Gerónimo Venegas, jefe de las 62 Organizaciones y la UATRE, que copa terreno en el interior, particularmente en las secciones Quinta y Sexta.

Se suman el jefe de campaña, Julio César Chiche Aráoz; Antonio El Tano Arcuri y Miguel Angel Toma.

Desde el Parlamento, el encargado del diálogo con otras fuerzas, que incluye a los radicales, Ricardo Alfonsín y Ernesto Sanz, es el diputado nacional Eduardo Amadeo. Su par del Congreso, Graciela Camaño, con el logo de ser la precandidata del duhaldismo a la Gobernación, ejerce una suerte de coordinación en la Provincia.

Desde la titularidad del Movimiento Nacional Productivo, Carlos Brown se encarga de las relaciones con otros sectores y actores sociales. Es, además, junto a la ex diputada nacional, y predandidata a intendenta de Morón, Marina Cassese, uno de los armadores de la Primera sección.

En esa región participa también el suegro de Sergio Massa, el ex funcionario duhaldista Fernando Pato Galmarini.

Alberto Iribarne, ex secretario de Seguridad Interior, ocupó el puesto de apoerado del futuro frente electoral del PJ Federal, aunque ahora quedó a las órdenes de las necesidades duhaldistas.

En el área de Prensa, como en las “viejas épocas”, está Carlos Ben.

De la imagen y la publicidad se encarga Carlos Citara, hermano del ex ministro de Gobierno Rubén Citara.

El discurso y las estrategias del lenguaje continúan siendo obra del semiólogo Eliseo Verón, amigo personal de Duhalde. Verón fue el encargado del armado discursivo y simbólico (con los jóvenes de todas las provincias en el escenario) en el lanzamiento de la candidatura presidencial, a fines del año pasado en Costa Salguero.

Están, además, las figuras que adhieren sin operar en territorio. Tales los casos del ex ministro de Economía Jorge Sarghini, el ex secretario de Energía Alieto Guadagni, el ex gobernador Carlos Ruckauf, el desplazado titular del Banco Central Martín Redrado y el rabino Sergio Bergan.

En la Tercera sección, un ámbito de muchos “amigos” que ahora juegan con el Gobierno, trabajan el diputado provincial Gustavo Ferri, precandidato a intendente de Lomas de Zamora; el mencionado Arcuri; el ex intendente Jorge Villaverde; el diputado provincial Carlos Acuña, del sector de Barrionuevo; y el puñado de concejales que, bajo diferentes denominaciones, buscan ampliar el armado.

En el interior, en la Quinta sección se destaca la marplatense Cristina Di Rado, ex esposa del diputado Juan Garibotto, un legislador a quien, en reserva, los duhaldistas suman a sus filas.

También trabajan el ex diputado provincial Héctor Ronco Lence y, desde Tandil, el médico y precandidato a intendente Mario Braciale.

En la Legislatura provincial, Ferri y Acuña son los voceros directos, que juegan en bloque con el felipismo y el macrismo. En el Senado, en cambio, está como representante Guarracino, quien participa del bloque de cinco de Unión-Pro, que conduce el denarvaísta Alfredo Meckievi.

“La idea es ganar el proceso de internas y comandar el futuro frente electoral opositor”, indican desde el duhaldismo.

Aseguran que esta estrategia habilitará la reincorporación de la tropa PJ, que hoy se encuentra en el espacio kirchnerista.

La jugada es difícil, pero no por eso menos atractiva para los nostálgicos duhaldistas y, sobre todo, para el ex caudillo de la Provincia.


Fuente: http://www.agenciacna.com/2/nota_1.php?noticia_id=38535